sábado, 3 de julio de 2010

RELATO INÉDITO - EL ROBO (PRIMERA PARTE)

Todo el mundo se jactaba de haber robado en SIMAGO, de hecho, Simago era conocido comúnmente como SIMANGO. Todos presumían de lo fácil que era llevarse algo de las estanterías de aquellos grandes almacenes. Yo no, jamás había robado nada en Simago, entre otras cosas porque mi padre trabajaba allí, en la sección de carnicería. Y no era cuestión de poner en peligro el puesto de trabajo de mi padre. Robaba en otros sitios que no fuera allí.
Por aquel entonces era verano y en el colegio nos habían dado vacaciones. Yo tenía trece años y empezaba a aficionarme a los cómics y a la lectura de libros de aventuras. El problema era que tanto los cómics como los libros estaban fuera del alcance de mi pobre economía. La paga que me asignaban mis padres era ridícula y por mucho que me empeñase en ahorrar nunca lo conseguía.
Para hacernos con los números que salían de Spiderman y otros superhéroes mis amigos y yo acudíamos a la librería Balmes, un sitio pequeño con un solo dependiente. Le pedíamos que nos sacase los cómics de la colección Marvel. El dependiente ponía una pila de unas treinta revistas encima del mostrador y nosotros nos lanzábamos a escudriñar las portadas en busca de esos números que no teníamos. Cuando localizábamos alguno lo poníamos sobre el montón que habíamos ojeado y entonces nos dirigíamos al dependiente y le pedíamos que nos sacase más revistas. En cuanto se volvía hacia las estanterías cogíamos el comic elegido y lo escondíamos entre la cintura del pantalón ocultando el resto con la camiseta o jersey, chaqueta, abrigo… según la época del año. Éramos tan hábiles que el dependiente nunca nos pilló.
Un día, Miguel Gurrea llegó con un libro en su poder. En cuanto vi el dibujo de la portada me quedé prendado. Era una imagen nocturna del Capitolio azotado por una gran tormenta de nieve. Por encima de los tonos azules de la ilustración destacaban las letras amarillas del título: “Ventisca”

- ¿De dónde lo has sacado?
- Lo he mangado en “Simango”.
- ¿En serio?
- En serio.
- ¿Me lo dejarás leer?
- Quizá cuando me lo termine yo.
- Déjamelo y te lo devuelvo en un par de días.
- Estás de coña.
- Al menos déjame leer el resumen de la contraportada.
- Si quieres leerlo acércate por “Simango” y mángate uno para ti.

Esa noche la pasé casi en vela, valorando los pros y los contras del robo. Por un lado estaba el miedo a que me pillasen y como consecuencia mi padre se quedase sin trabajo, lo cual significaba mi muerte. Por otro estaba la emoción del riesgo y la recompensa final de hacerme con el libro gratis. ¿Qué debía hacer?... Me quedé dormido antes de tomar una decisión. A la mañana siguiente me desperté con un agudo dolor de cabeza que seguramente se debía a las pesadillas que tuve esa noche.
Por la tarde me acerqué hasta Simago. La carnicería estaba en la planta baja mientras que la librería se hallaba en la primera planta, no había peligro de que mi padre y yo coincidiéramos. Me di cuenta de que me temblaban las piernas. Traté de calmarme. No había hecho nada, tan solo caminaba hacia la sección de librería. Aún no tenía claro si estaba allí para robar el libro o simplemente para echarle un vistazo y leer la sinopsis de la contraportada. Llegué a dicha sección sudando y con la boca seca. No sabría decir si era miedo lo que sentía, el caso es que las piernas seguían temblándome…

Continuará.


® pepe pereza

3 comentarios:

Luisa dijo...

Me ha gustado mucho el planteamiento del relato.
El mundo siempre ha estado mal hecho. Cuando éramos pequeños no teníamos dinero ni para un vicio tan sano como la lectura, y ahora que el poder adquisitivo de los chavales es mayor… hay otra clase de vicios.

Espero el desenlace, Pepe.
Un besazo.

Ángel Muñoz dijo...

estoy con luisa, espero con ansia la segunda parte amigo.

mayde molina dijo...

Qué bueno, me gusta mucho como relatas,
yo también espero ansiosa el desenlace.
Un abrazo