jueves, 23 de diciembre de 2010

RELATO INÉDITO

LA LLAMADA
Sonó el timbre del teléfono. Él descolgó.

- Dígame.
- ¿Tendrías un hijo conmigo? – dijo ella desde el otro extremo del aparato.
- ¿Quééé?

Ella no pudo evitar reírse. Él escuchó sus carcajadas a través del auricular.
Llevaba sin saber de ella más de seis meses, más o menos desde que se fue a vivir al extranjero, más concretamente a Edimburgo. Hacía tiempo que fueron pareja. Fue una relación con momentos buenos y otros malos, como la mayoría de las relaciones. Él supo desde el principio que su compromiso no duraría, más que nada por la diferencia de edad y lo que ello implica. Por aquel entonces ella acababa de cumplir los dieciocho y tenía todo un mundo por descubrir, él pasaba de los treinta y dos y estaba de vuelta de todo. No se equivocó, al año y medio se decían adiós. Ahora ella le llamaba para pedirle un hijo. La vida es un mal chiste, pensó.

- Sí, un hijo. – insistió ella.
- ¿Hablas en serio?
- Totalmente.
- ¡Joder, tía! Estás como una cabra…
- No tendrías que responsabilizarte de él. Lo único que tendrías que hacer es poner tu semillita.
- Mi semillita.
- Sí, tu semillita.
- ¿Y de qué manera la pondría?
- La habitual en estos casos.
- O sea, que echándonos un polvo.
- ¡Qué poco romántico eres!
- ¡Ah! Encima tiene que ser un polvo romántico.
- Hombre, es para engendrar un bebé, que menos que un poco de romanticismo.
- Ya sabes que a mí me gustan más los pasionales. Esos de aquí te pillo aquí te…
- Está claro que contigo no se puede hablar en serio.
- Entonces, ¿Lo dices de verdad? ¿No bromeas?
- No, no bromeo. Te lo estoy diciendo muy en serio.

La idea de volver a acostarse con ella le atraía, y mucho, pero eso de dejar su semilla dentro no terminaba de convencerle.

- ¿Y por qué me eliges a mí para ser el padre de tu hijo? Estoy seguro de que conoces a machos más capacitados.
- ¿Machos más capacitados? ¿Te refieres a tipos con la polla más grande?
- No, joder. Me refiero a que yo ni soy demasiado inteligente, ni demasiado atractivo. Mis genes son normalillos.
- Creo que te elegido porque eres buena persona.
- ¿Quieres tener un hijo conmigo sólo porque soy buena persona?
- Supongo que sí.
- También soy un vago y no paro de fumar porros.
- Lo he tenido en cuenta.
- Y aun así me has elegido.
- Ya ves que sí.
- No sé si sentirme halagado… según tú, lo más destacable de mí es que soy buena persona. Una especie de simple.
- No me cambies de conversación… ¿Quieres o no quieres tener un hijo conmigo?
- ¿Te tengo que contestar ahora mismo?
- Me quedaría más tranquila.
- No es una decisión que se deba tomar a la ligera.
- Ya te he dicho que tú no tendrías ninguna responsabilidad con él.
- Aun así, me gustaría pensármelo.
- No veo que lo tengas que pensar, tan solo te pido un poco de esperma.
- ¿Y si no te quedas embarazada a la primera?
- Pues habrá que intentarlo de nuevo.
- No te niego que esa perspectiva me atrae.

Le atraía y mucho. De hecho, estaba deseando volver a acostarse con ella.

- Ja, ja, ja… Eres un cretino que sólo piensas en follar.
- Añade a la lista que también soy un egoísta que solo piensa en su propio bienestar.
- También eso lo he tenido en cuenta a la hora de valorar.
- ¿Y aun con esas me sigues eligiendo a mí? Empiezo a pensar que no tienes mucho donde elegir.
- Que te crees tú eso. Sabes perfectamente que estoy buenísima y podría hacérmelo con cualquiera que yo quisiera.

Efectivamente ella era muy hermosa. De hecho, años atrás llegó a ser elegida por su comunidad autónoma como representante para el concurso de Miss España.

- Entonces… Lo tienes claro… Ya sabes, en lo de ser madre.
- Tengo la edad adecuada y además me apetece. He sentido la llamada de la maternidad. Toda mujer termina sintiéndola tarde o temprano.
- Cambiara tu vida completamente.
- Mi vida necesita un cambio urgentemente.
- ¿Y tendría que desplazarme hasta Edimburgo o vendrías tú?
- Podríamos quedar a mitad de camino. No sé… por ejemplo en París. ¿No crees que sería súper romántico?
- ¿París?
- Sí… ¿Qué pasa no te gusta?
- Me va a salir caro tu hijo.
- ¡Qué dices! Si ese tipo de vuelos están tirados de precio.

Él echó la cuenta mentalmente de lo que le costaría el viaje, incluyendo el hotel, los gastos de la comida y esas cosas. A todas luces, si lo que quería era follar, le salía más a cuenta irse de putas. Lo pensó pero no dijo nada del asunto.

- Es qué… últimamente no ando bien de dinero y no sé si voy a poder.
- ¿Y si yo viajo hasta ahí?
- De esa forma no habría ningún problema.
- Y de paso podría visitar a mis padres. No es mala idea.

Se dio cuenta de que su pene estaba erecto. Como siempre, su polla se había anticipado a su cerebro. Se bajó la cremallera del pantalón y comenzó a masturbarse.

- ¿Y cuando vendrías?
- Tendría que organizarme un poco, pero pronto.

Le excitaba enormemente masturbarse mientras escuchaba su voz a través del auricular.

- ¿Cuándo es pronto?
- Pronto es pronto… No sé. De aquí a una semana, más o menos.
- ¿Tanto?
- ¿Qué quieres, qué esté ahí mañana mismo?
- No me importaría.
- ¡Qué cerdo! Tú sólo piensas en metérmela.

Le excitó sobremanera escucharla pronunciar la palabra “metérmela” y apretó con fuerza su pene mientras se lo meneaba arriba y abajo.

- Y tú en mi esperma. – replicó él.
- Mírale, ahora se pone chulito con su esperma.

También le excitó oírla decir “esperma”. Sabía que lo que hacía no estaba bien, pero incluso eso le excitaba.

- En cierto modo, esto es un intercambio. Tú me das placer y a cambio yo te doy mi esperma.
- Yo no lo veo así.
- Está claro que tú y yo nunca nos pondremos de acuerd… dooo.

No pudo evitar un escalofrío de placer. Ella notó algo raro.

- ¿Te pasa algo?
- Nooo… ¿por qué?
- Porque respiras como un búfalo.
- Es que estoy… un poco resfriado.

Notó que el orgasmo se acercaba.

- Pues cuídate que te quiero sano y en forma.

Un espasmo le recorrió la espina dorsal hasta desembocar en su miembro obligándole a eyacular.

- ¡AAAAHHHHHHHH!...
- ¿Qué te pasa?

Aun con su mente nublada por la enajenación del orgasmo buscó una excusa para disimular su gemido.

- ¡Joder! Me he vertido encima un café hirviendo. – mintió.
- ¿Estás bien?

Observó el esperma en la palma de su mano, el mismo que ella le estaba reclamando. Cogió un pañuelo de papel y se limpió. La pasión había desaparecido y ya no le apeteció seguir hablando con ella.

- ¿Estás ahí?... ¿Te encuentras bien? – siguió preguntando ella.
- Sí, sí… Oye mañana continuamos con la charla. Ahora tengo que cambiarme de ropa.
- Vale. Te llamo y seguimos hablando.

Él colgó el teléfono. Sabía que lo suyo no tenía perdón pero no le importó. Salió del salón y con el pene desinflándose fue a lavarse al baño.


®pepe pereza

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