3 / INTERIOR / BODEGA / DÍA.
El sitio es oscuro y amplio, con grandes cubas de madera a los lados. Una chimenea encendida al fondo como única iluminación. Sobre la chimenea hay una cabeza de toro y un butacón de cuero negro situado frente a la lumbre. Sentado en el butacón se recorta la silueta de Don Paco. Su aspecto físico es una copia exacta del que en su día fue Caudillo de España. Viste con traje caro. A pesar de la escasa luz lleva gafas de sol. Entre sus manos sostiene un programa taurino. Lo mira con desprecio, hace un amasijo con él y lo lanza al fuego. Farfulla algo ininteligible, comprueba la hora en su reloj de oro y seguidamente se atusa el bigotillo con nerviosismo. Al rato, entran Tasio y Guzmán acompañando a Raimundo.
TASIO
Con su permiso, Don Paco. Aquí se lo traemos.
Guzmán le quita el sombrero a Raimundo. Don Paco indica con un ligero movimiento de su mano que Raimundo avance hasta él. Raimundo da un par de pasos y pierde el equilibrio. Para no caer al suelo se tiene que apoyar sobre uno de los muebles, con tan mala suerte que en su intento por no caer tira un bonito jarrón. El jarrón se hace añicos contra el suelo.
RAIMUNDO
Perdóneme, ha sido sin querer.
Raimundo está visiblemente borracho.
DON PACO
(Con el mismo tono que utilizaba el Generalísimo: nasal y la boca llena de saliva)
Raimundo... ¿Sabes por qué todos me llaman El Franco?...
Antes de dejarle contestar le hace un gesto a Tasio y Guzmán para que salgan. Así lo hacen.
DON PACO
¿Por qué me llaman El Franco?
Aunque es evidente de que el motivo es su parecido con Francisco Franco, Raimundo decide mentir.
RAIMUNDO
Por su franqueza.
DON PACO
Así es. Por mi claridad de palabra, porque nunca ha salido de mi boca falacia alguna y porque nadie podrá ponerme tacha ni en lo dicho ni en lo hecho.
RAIMUNDO
(Sintiéndose aludido)
Con mis respetos, Don Paco. Perdone que me presente en estas condiciones...
DON PACO
(Cortándole)
Mira Raimundo, sabes que no me gusta ni la incompostura, ni el desorden y mucho menos los borrachos.
RAIMUNDO
No pretendía ofenderle… pero es que se me ha muerto un amigo muy querido y tratando de ahogar las penas me he pasado con el anís.
DON PACO
Bueno, bueno, Raimundo. Por esta vez te disculpo. Pero desde este mismo momento te ordeno que depongas esa actitud y recobres tu bravo espíritu ya que preciso de tus servicios para un trabajo que no admite tardanza.
RAIMUNDO
Lo que usted mande, Don Paco.
DON PACO
Vayamos al grano: Tú sabes bien de mi gran afición al mundo de los toros y con que anhelo espero durante todo el año la feria Matea. Pues bien, por motivos que no son de tu incumbencia, me han negado la asistencia a ese sagrado recinto.
RAIMUNDO
Eso es una canallada.
DON PACO
Tú lo has dicho. Ya no hay justicia ni orden. Por eso, he decidido tomar cartas en el asunto... Y si no hay toros para mí, no los habrá para nadie.
RAIMUNDO
¿A quien tengo que matar esta vez?
DON PACO
A nadie. Lo que tienes que hacer es poca cosa. Toma este frasquito, es un veneno muy tóxico, ten cuidado con él. Quiero que esta noche te acerques al coso taurino, busques los corrales y viertas su contenido en el abrevadero de las bestias.
RAIMUNDO
Cuente con ello.
DON PACO
Si tú cumples con lo establecido yo sabré recompensarte como mereces.
Don Paco le ofrece el frasquito. Raimundo alarga su brazo y lo coge.
CONTINUARÁ…
El sitio es oscuro y amplio, con grandes cubas de madera a los lados. Una chimenea encendida al fondo como única iluminación. Sobre la chimenea hay una cabeza de toro y un butacón de cuero negro situado frente a la lumbre. Sentado en el butacón se recorta la silueta de Don Paco. Su aspecto físico es una copia exacta del que en su día fue Caudillo de España. Viste con traje caro. A pesar de la escasa luz lleva gafas de sol. Entre sus manos sostiene un programa taurino. Lo mira con desprecio, hace un amasijo con él y lo lanza al fuego. Farfulla algo ininteligible, comprueba la hora en su reloj de oro y seguidamente se atusa el bigotillo con nerviosismo. Al rato, entran Tasio y Guzmán acompañando a Raimundo.
TASIO
Con su permiso, Don Paco. Aquí se lo traemos.
Guzmán le quita el sombrero a Raimundo. Don Paco indica con un ligero movimiento de su mano que Raimundo avance hasta él. Raimundo da un par de pasos y pierde el equilibrio. Para no caer al suelo se tiene que apoyar sobre uno de los muebles, con tan mala suerte que en su intento por no caer tira un bonito jarrón. El jarrón se hace añicos contra el suelo.
RAIMUNDO
Perdóneme, ha sido sin querer.
Raimundo está visiblemente borracho.
DON PACO
(Con el mismo tono que utilizaba el Generalísimo: nasal y la boca llena de saliva)
Raimundo... ¿Sabes por qué todos me llaman El Franco?...
Antes de dejarle contestar le hace un gesto a Tasio y Guzmán para que salgan. Así lo hacen.
DON PACO
¿Por qué me llaman El Franco?
Aunque es evidente de que el motivo es su parecido con Francisco Franco, Raimundo decide mentir.
RAIMUNDO
Por su franqueza.
DON PACO
Así es. Por mi claridad de palabra, porque nunca ha salido de mi boca falacia alguna y porque nadie podrá ponerme tacha ni en lo dicho ni en lo hecho.
RAIMUNDO
(Sintiéndose aludido)
Con mis respetos, Don Paco. Perdone que me presente en estas condiciones...
DON PACO
(Cortándole)
Mira Raimundo, sabes que no me gusta ni la incompostura, ni el desorden y mucho menos los borrachos.
RAIMUNDO
No pretendía ofenderle… pero es que se me ha muerto un amigo muy querido y tratando de ahogar las penas me he pasado con el anís.
DON PACO
Bueno, bueno, Raimundo. Por esta vez te disculpo. Pero desde este mismo momento te ordeno que depongas esa actitud y recobres tu bravo espíritu ya que preciso de tus servicios para un trabajo que no admite tardanza.
RAIMUNDO
Lo que usted mande, Don Paco.
DON PACO
Vayamos al grano: Tú sabes bien de mi gran afición al mundo de los toros y con que anhelo espero durante todo el año la feria Matea. Pues bien, por motivos que no son de tu incumbencia, me han negado la asistencia a ese sagrado recinto.
RAIMUNDO
Eso es una canallada.
DON PACO
Tú lo has dicho. Ya no hay justicia ni orden. Por eso, he decidido tomar cartas en el asunto... Y si no hay toros para mí, no los habrá para nadie.
RAIMUNDO
¿A quien tengo que matar esta vez?
DON PACO
A nadie. Lo que tienes que hacer es poca cosa. Toma este frasquito, es un veneno muy tóxico, ten cuidado con él. Quiero que esta noche te acerques al coso taurino, busques los corrales y viertas su contenido en el abrevadero de las bestias.
RAIMUNDO
Cuente con ello.
DON PACO
Si tú cumples con lo establecido yo sabré recompensarte como mereces.
Don Paco le ofrece el frasquito. Raimundo alarga su brazo y lo coge.
CONTINUARÁ…
2 comentarios:
Creo que Daniel le ha cogido muy bien el hilo a la historia de Raimundo. Y no tiene desperdicio. Este don “Pacone” con sus reminiscencias tiene lo suyo.
Tu guión toca todos los palos con una gran ironía. Religión, política, fiestas… Me está gustando.
Te sigo, Pepe. Un beso.
Ahora sí, leí el capítulo que me salté y sé que hemos retrocedidos dos años. Así que, antes de morir, Raimundo era un sicario a las órdenes de este don Paco. Esta vez su misión es echar veneno en los abrevaderos de las reses.
Echo de menos al matrimonio, ahora que ella está embarazada...
Un abrazo.
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